jueves, 3 de septiembre de 2015

¡Ábrete!

Si nos dejamos guiar por Jesús podremos tener abiertos los oídos para escuchar y los labios para hablar.

Para escuchar tanto a Dios como a los demás, sin hacerse el sordo ni a la Palabra ni a la comunicación con el prójimo.

Para hablar tanto a Dios como a los demás, sin callar en el testimonio de nuestra fe.

¿Dejamos hablar y sabemos escuchar?

¿Tenemos los oídos atentos para escuchar la Palabra y ponerla en práctica?


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