martes, 15 de diciembre de 2015

¿Somos dichosos?

Llegamos a la cuarta semana de adviento. Faltan cinco días para celebrar el nacimiento de Jesús, celebrar el Dios que baja y se hace hombre. Llevamos días preparando la fiesta. ¿Cómo va la preparación de nuestro corazón? ¿Nuestra persona, nuestro ser está preparado para recibir al niño Dios?

Ante estas preguntas el evangelista se fija en María. Una mujer embarazada que prepara su cuerpo y su corazón para recibir al Señor. Ella se pone en camino y sube a la montaña, símbolo de un camino iniciático que empieza y acepta. Ha aceptado la voluntad de Dios y se pone en marcha. ¿Y tú? ¿Cuál es la voluntad de Dios para ti? ¿Te has puesto en marcha?

La que será madre de Dios va al encuentro de su prima. Ella se acerca, es ella que inicia el movimiento cuando ella es la más grande, pues ha sido escogida para ser la madre de un bebé que cambiará  y dará un nuevo sentido a la historia. Quien quiera seguir a  Jesús deberá ponerse al frente de aquellos que sirven y ayudan.

Dichosa/o tu por haber creído.

Cuando llega a casa de su prima, los ojos de la fe se abren y la realidad cambia totalmente. La vida, vista desde los ojos de la fe, obtiene un significado nuevo que lleva a alabar y bendecir a Dios por las maravillas que realiza en nuestra vida.

Dichosa/o tu por haber creído.


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1 comentario:

HTTP://rosadeabril-m.blogspot.com dijo...

¿Somos dichosos? María lleva la alegría por donde pasa.Ella canta llena de gozo una Oración de alabanza a la grandeza de Dios que ha llenado su corazón y su vida.El Magníficat es un canto bellísimo de gratitud; en él se contiene la razón profunda de toda humildad.María considera que Dios ha puesto sus Ojos en "la bajeza de su esclava"; por eso en Ella ha hecho "coas grandes el Todopoderoso."

Este tono de grandeza y de humildad marca toda la vida de Nuestra Señora: Ella sabe quién es y lo que vale ante Dios y ante los demás, pero sabe vaciarse de Sí misma y deja que Dios actúe en Ella con su Gracia.Ella sabe encajar todas las pruebas que le envía el Señor. María es dichosa; incluso en Belén, cuando buscan alojamiento y anima a su Esposo que anda muy preocupado: Oye, José,¿ no crees tú que Dios está metido por medio? Pues, si Dios quiere que el Niño nazca a la intemperie, ¡Bendito sea Dios! Y se quedan los dos, tan dichosos porque aceptan la voluntad del Todopoderoso.También nosotros podemos ser dichosos si nos sentimos hijos e hijas de Dios y, a pesar de todo, conservamos la sencillez de corazón y nos reconocemos pobres y necesitados de Dios.