El acto cristiano definitivo es arriesgar la integridad, la propia seguridad e incluso la vida, en favor de los otros, de la misma forma que lo hizo Jesús.
A menudo nos olvidamos de sus palabras: “Vete y tú haz lo mismo”.
¿Hasta dónde estoy dispuesto a comprometer mi vida?
A menudo nos olvidamos de sus palabras: “Vete y tú haz lo mismo”.
¿Hasta dónde estoy dispuesto a comprometer mi vida?
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