"Tu Reino es VIDA, Tu reino es VERDAD,
Tu Reino es JUSTICIA, Tu Reino es PAZ...
Tu Reino es GRACIA, Tu Reino es AMOR,
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR".
Los jefes de los judíos han colocado a Cristo entre dos malhechores como símbolo de su lugar desde que se decidió a llevar sobre sí nuestros pecados.
Los dos ajusticiados miran y hablan con aquél que ha venido a compartir su suerte y a morir con ellos.
También a cada uno, hoy, Jesús nos dice: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”
¿No suena excesivamente “contra-cultural” la opción de Jesús?
¿Cómo resuena en tu vida de discípulo la invitación de estar con Él para siempre, ya desde hoy?
Tu Reino es JUSTICIA, Tu Reino es PAZ...
Tu Reino es GRACIA, Tu Reino es AMOR,
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR".
Los jefes de los judíos han colocado a Cristo entre dos malhechores como símbolo de su lugar desde que se decidió a llevar sobre sí nuestros pecados.
Los dos ajusticiados miran y hablan con aquél que ha venido a compartir su suerte y a morir con ellos.
También a cada uno, hoy, Jesús nos dice: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”
¿No suena excesivamente “contra-cultural” la opción de Jesús?
¿Cómo resuena en tu vida de discípulo la invitación de estar con Él para siempre, ya desde hoy?
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1 comentario:
La realeza humilde y pacífica que mostró en Jerusalen a lomos de un asno, se realiza ahora en la cruz. Motivos tenía sobrados para fulminar a los verdugos, pero Él no se rebela, no lucha...Carga sobre Sí sus culpas y las culpas de todo el pueblo; asume el castigo que merecían los pecados que Él no ha cometido...Muere, pero la muerte no ha podido destruirlo. Y resucita, felizmente victorioso, y comparte su victoria con todos aquellos con los que habia asumido sus pecados.
Con Él hay dos criminales compartiendo el mismo terrible suplicio de la cruz.Los dos han merecido su crucifixión por sus crímenes; los dos eran igualmente malos; pero el de la derecha se encomendó al Señor y confió en Él y mantuvo la esperanza de ser salvado; y, Jesús le prometió el Reino.
Reconocer hoy la realeza de Jesús y proclamarla, no es ir a competir con los poderes de este mundo, sino, desde nuestra pobre libertad, buscar lo que nos interesa: nuestra salvación; buscar a Jesús, y confiarle nuestros pecados y nuestra esperanza; como el mal llamado "buen ladrón".
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