Como Moisés, Jesús subió a la montaña para promulgar una nueva Ley; si en el Sinaí Dios hizo una Alianza con el pueblo elegido, Israel,se presenta como libertadorde este pueblo, aquí Jesús se presenta como el que conduce a este pueblo hacia la felicidad. El itinerario que nos propone se aparta mucho de los caminosmás frecuentados por los hombres: andan , cada día, más desorientados; ellos buscan el poder, el bienestar, la riqueza...Jesús propone otros caminos para encontrar la felicidad...Él nos pone la felicidad en el camino de los pobres que son conscientes de su pobreza y buscan a Dios en todo; no se conforman con los placeres que ofrece el mundo; no cierran los ojos y el corazón ante los sufrimientos delos hermanos; son buscadores de paz y de justicia, no pueden hacer daño a nadie, prefieren tener una conciencia muy limpia...Cuesta un poco esta felicidad; pero no podemos ponerla en peligro porque es una promesa que Dios nos garantiza. Un día la gozaremos en su plenitud y, en nuestro hoy, la anticipamos y la empezamos a saborea en forma de esperanza que nos hace el camino más soportable.No podemos olvidarnos que somos unos frágiles instrumentos, pero necesarios en la Obra del Señor.
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Como Moisés, Jesús subió a la montaña para promulgar una nueva Ley; si en el Sinaí Dios hizo una Alianza con el pueblo elegido, Israel,se presenta como libertadorde este pueblo, aquí Jesús se presenta como el que conduce a este pueblo hacia la felicidad.
El itinerario que nos propone se aparta mucho de los caminosmás frecuentados por los hombres: andan , cada día, más desorientados; ellos buscan el poder, el bienestar, la riqueza...Jesús propone otros caminos para encontrar la felicidad...Él nos pone la felicidad en el camino de los pobres que son conscientes de su pobreza y buscan a Dios en todo; no se conforman con los placeres que ofrece el mundo; no cierran los ojos y el corazón ante los sufrimientos delos hermanos; son buscadores de paz y de justicia, no pueden hacer daño a nadie, prefieren tener una conciencia muy limpia...Cuesta un poco esta felicidad; pero no podemos ponerla en peligro porque es una promesa que Dios nos garantiza. Un día la gozaremos en su plenitud y, en nuestro hoy, la anticipamos y la empezamos a saborea en forma de esperanza que nos hace el camino más soportable.No podemos olvidarnos que somos unos frágiles instrumentos, pero necesarios en la Obra del Señor.
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