Nos invitamos a reparar en la última frase del evangelio de esta semana “no contéis a nadie…” Es frecuente que Jesús prohíba revelar su identidad o divulgar los hechos extraordinarios que realiza (Mc 1,25.34; 3,12; 5,43; 7,24.36; 8,30; 9,9.30). Es cuestión de pedagogía: la única manera de entender a Jesús es hacer camino, hacer proceso con él. Pasar por donde el pasa. Si el discípulo pasa, con Jesús, por donde hay sufrimiento y padecer de los pobres, si pasa con Jesús por la cruz, le acogerá la Resurrección. Debes vivirlo, no escucharlo. Es importante tener en cuenta esta experiencia de Jesús y ver de qué manera hoy en día la presencia de Cristo se manifiesta en medio la Misión, cómo reconocer su presencia en media de la tarea, en medio de los problemas, las angustias, las alegrías, etc. Él está en medio de nosotros todos los días, porque así lo ha prometido, su gloria resplandece en el quehacer cotidiano y se hace visible a través de la acción evangelizadora de cada uno de sus discípulos y discípulas.
Así pues, planteamos la reflexión desde este punto del Evangelio:
Si me identifico con alguno de los personajes que aparecen hoy en el Evangelio… ¿Soy de los que viven esta Identificación de Jesús como Hijo de Dios? ¿Soy testimonio de esta Transfiguración? ¿Soy de los que reciben el Mensaje de otros que lo viven? ¿Vivo de forma personal la Pascua, la Resurrección? ¿Cómo es esta experiencia?
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