El evangelio de esta semana nos presenta una de las llamadas parábolas del reino, historias sencillas donde Jesús explica a la gente que es el Reino de Dios.
Presenta a Dios como un rey que celebra la boda de su hijo e invita a su pueblo escogido, ante la negativa de estos amplía su oferta a todo el mundo que esté dispuesto a participar de la fiesta con sólo una condición, tener el corazón preparado, pues muchos son llamados, pero pocos escogidos.
En este texto aparecen algunos símbolos que debemos explicar para entender todo lo que Jesús nos quiere transmitir.
El Reino de Dios se presenta como una boda. Es una imagen que se repite en los libros del Nuevo Testamento, nos presenta el Reino como un lugar de plenitud y de alegría que podemos hacer realidad en el día a día, pero que al mismo tiempo nos remite al reino de la vida eterna, imagen escatológica que recuerda el premio final de la resurrección.
Los criados que no quieren participar de la fiesta son aquellos que rechazan el evangelio, el pueblo escogido por Dios rechaza a Jesús y lo condena a morir en la cruz. Podemos preguntarnos por nuestra actitud ante el evangelio, en qué ocasiones dejamos de ser fieles a la buena noticia y en qué ocasiones lo condenamos.
Finalmente, el hombre lanzado a las tinieblas nos remite a la única condición que nos pone Jesús para participar de su fiesta, de su reino, estar preparados, permanecer alerta, amar, tener el corazón bien dispuesto y abierto a Dios y a los otros porque muchos son llamados y pocos escogidos.
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