Lectura del santo evangelio según san Juan 10,27-30.
En aquel tiempo, dijo Jesús: - Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.
VOLVER A JESÚS
Mis ovejas escuchan mi voz.
Se pueden hacer toda clase de estudios y diagnósticos. Lo cierto es que el mundo necesita hoy savia nueva para vivir. Las iglesias andan buscando aliento y esperanza. Las muchedumbres pobres del planeta reclaman justicia y pan. Occidente ya no sabe cómo salir de esa tristeza mal disimulada que ningún bienestar logra ocultar.
El problema no es sólo de cambios políticos ni de renovaciones teológicas, sino de vida. Estamos necesitados de algo parecido al «fuego» que prendió Jesús en su breve paso por la tierra: su mística, su lucidez, su pasión por el ser humano. Necesitamos personas como él, palabras como las suyas, esperanza y amor como los suyos. Necesitamos volver a Jesús.
Desde el inicio, los cristianos vieron que él podía guiar a los seres humanos. Con su conocido lenguaje, el cuarto evangelio lo presenta como el «pastor» capaz de liberar a las ovejas del aprisco donde se encuentran encerradas para «sacarlas afuera», a un país nuevo de vida y dignidad. El marcha por delante marcando el camino a quienes lo quieran seguir.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro propio. Cada uno ha de escuchar su voz sin confundirla con la de extraños que no son sino «ladrones» que quitan al pueblo luz y esperanza.
Esto es lo decisivo: no escuchar voces extrañas, huir de mensajes que no vienen de Galilea. Siempre que la Iglesia ha buscado renovarse, se ha desencadenado una vuelta a Jesús para seguir de nuevo sus pasos. Como se ha recordado tantas veces, «sígueme» es la primera y la última palabra de Jesús a Pedro (D. Bonhoeffer).
Pero volver a Jesús no es tarea exclusiva del Papa ni de los obispos. Todos los creyentes somos responsables. Para volver a Jesús no hay que esperar ninguna orden. Francisco de Asís no esperó a que la Iglesia de su tiempo tomara no se qué decisiones. Él mismo se convirtió al evangelio y comenzó la aventura de seguir a Jesús de verdad. ¿A qué tenemos que esperar para despertar entre nosotros una pasión nueva por el evangelio y por Jesús?
José Antonio Pagola
¿Cómo vemos la organización ministerial de la Iglesia en la actualidad? ¿Qué problemas tiene? ¿Qué “nuevos” ministerios necesitaríamos en nuestra comunidad, en el ambiente donde vivimos?
El “pueblo” de Dios no es una etnia; por eso el mensaje cristiano se abrió a otros pueblos, los “gentiles”, más allá del pueblo judío. Pregunta fronteriza: ¿el “Pueblo de Dios”, está vinculado a una Iglesia?, ¿o es más grande que nuestra Iglesia o que cualquier Iglesia? ¿Qué es, quién es, quiénes forman verdaderamente el “Pueblo de Dios”? Matizar bien, o distinguir sentidos que puede darse a la expresión
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