miércoles, 23 de abril de 2014

II DOMINGO DE PASCUA

Quizás hoy diríamos que los apóstoles estaban deprimidos: pocos días antes han sido testigos del final de sus sueños, sus esperanzas, que habían ido creciendo mientras acompañaban a Jesús durante los últimos años. Y este final ha sido duro. El vacio y el malestar interno crece. Pero Jesús se les hace presente y les desea la paz, les llena ese vacio de corazón enviándolos al mundo. Aún así, uno de los discípulos no acaba de salir del túnel, así que Jesús vuelve a presentarse…

Pascua, la vida gana a la muerte.

Tomás y tú. ¿Tengo alguna grieta interna que no deja que se me llene y rebose el corazón de alegría? ¿Cómo la arreglaré?

“También yo os envío”. ¿Me siento enviado a transmitir la alegría de Pascua a los demás?


1 comentario:

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En el Evangelio de san Juan(20,199-29) leemos como los Apóstoles reunidos en el Cenáculo, estando con las puertas cerradas por miedo a los judíos, recibieron la visita del Señor Resucitado. El día de la Resurrección por la tarde,después de haber confiado a los suyos la misión que habia recibido del Padre-"Como mi Padre me envió, así os envío yo"-les da el Espíritu Santo.Sopló y les dijo:Recibid el Espíritu Santo; a quién perdonáreis los pecadosles serán perdonados, a quienes se los retuviereis, les serán retenidos". No se trata del Don del Espíritu Santo que tendrá lugar el día de Pentecostés; que será dado de una forma más pública y visible; pero es muy significativo que el mismo día de la Resurrección Jesús haya derramado su Espíritu sobre los Apóstoles. Por lo tanto, el Don del Espíritu Santo, es el primer regalo, el primer Don de Cristo Resucitado a su Iglesia en el mismo momento de su creación. A partir de aquí, los Apóstoles ya empiezan a trabajar en la
misión que Cristo dejaba iniciada. Con la efusión del Espíritu la institución de la penitencia, que con el Bautismo y la Eucaristía es un sacramentotípicamente pascual, signo de la remisión de los pecados y de la reconciliación de los hombres con Dios efectuados por el sacrificio de Cristo.

Tomás estaba ausente, probablemente estaba llorando la muerte del Maestro, desesperanzado, triste, experimentando un vacío tremendo; cuando regresó y le han contado que Jesús había estado en el Cenáculo, rehúsa creer que Jesús ha resucitado: si no veo...y meto mi dedo en el lugar de los clavos, no creeré". Él necesitaba ver a Jesús y tocar sus heridas. Jesús lo tomó por la palabra y, ocho días después,vuelve y le dice."Alsrga acá tu dedo y mira mis manos y tiende tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel"El Señor se apiada del Apóstol y le ofrece con infinita ternura las pruebas exigidas por él con tanta arrogancia. Tomás cae a los pies del Salvador sumido en un profundo acto de Fe: "¡Señor mío y Dios mío!"Es decir: Debemos ayudar y compadecer a los que no tienen fe, ayudarles en la oración y recordar que Cristo quiere que tratemos con amor prudencia y paciencia a los hombres que viven en el error o en la ignorancia de la fe.

La fe en Cristo era la fuerza que mantenía unidos a los primeros creyentes; "tenían un corazón y un alma sola".Su Fe era tan fuerte que los obligaba a renunciar espontáneamente a los propios bienes para ponerlos a disposición de los más pobres, a los que consideraban hermanos. Tenían una Fe concreta y operante; Nuestra Fe, a veces, se queda en pura teoría. Sería deseable templar nuestra propia Fe con el ejemplo de la Iglesia primitiva.Solo podremos vencer al mundo si creemos que Jesús es el Hijo de Dios, que no está en una tumba; que está Resucitado y vive en el corazón del cristiano que ha resucitado con Él.