jueves, 2 de octubre de 2014

Evangelio del domingo

La parábola de este domingo es continuación de la que leíamos el domingo pasado: la de los dos hijos, el que se niega a obedecer la orden del padre de ir a trabajar a la viña, pero luego se arrepiente y va, y el que en seguida dice que sí, pero luego no va. La de hoy tiene un contexto más dramático, y suena a “despedida profética” que Jesús dirige al pueblo escogido, pero que no ha querido responder a las atenciones de Dios. Jesús se ha comportado como enviado de ese padre: viene a llamar a todos, también a los impuros, viene a invitarles al banquete de la fraternidad sin fin. Pero los limpios, los “legales”, se sienten preferidos, y es normal que quieran oponerse a su camino. Jesús insiste, sigue con su proyecto,  y continúa su ida a Jerusalén, aun sospechando que ahí su rechazo será total.

Pensemos hoy seriamente en las palabras finales del evangelio: “Por eso os digo que a vosotros se os quitará el reino, y se le dará a un pueblo que produzca los frutos debidos”.

¿Acepto la persona y la palabra de Jesús con todas las consecuencias? ¿O me conformo con ser “legal”, con cumplir?
¿Soy consciente que los “frutos” que me pide Jesús son insuficientes si no me dejo transformar por Él?

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1 comentario:

HTTP://rosadeabril-m.blogspot.com dijo...

Semana XXVII del tiempo Ordinario

Quizás lo más desconcertante de esta Parábola de Jesús sea la actitud del Dueño de la viña- Dios-que sigue confiando en los labradores a pesar de ser unos criminales. Nos ofrece la imagen del Padre que lo arriesga todo porque está locamente enamorado de su Creación que somos nosotros, la familia humana.

Tanto amó Dios a los hombres que envió a su Hijo Unigénito para salvarnos.

La viña es el pueblo de Israel al que Dios eligió para pueblo suyo, lo libró de la esclavitud, lo defendió de sus enemigos, pero Israel no correspondió a tanto amor: Le envió a sus profetas, pero los viñadores- los jefes de Israel a quienes había sido confiada la viña del Señor, les pegaron y los mataron. Después, como prueba suprema de su Amor,Dios envió a su Hijo divino; y, también a Él lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña, lo apalearon y lo mataron, crucificándolo fuera de la ciudad de Jerusalén, como un maldito.

Isaías había hablado de la destrucción de la viña del Señor, símbolo de las derrotas de Israel, de su deportación al destierro; pero Jesús, en cambio, nos dice que el Dueño arrendará la viña a otros labradores; y, dice más:"Se os quitará el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos". Por culpa de su ingratitud, Israel, fue sustituido por otros pueblos, la sinagoga por la Iglesia.¿Es el Pueblo de Dios más fiel que el pueblo hebreo? Si la Iglesia, es una viña que no da los frutos que el Señor espera, será castigada como Israel; esto no se aplicaría como cuerpo social, se aplicaría a cada uno de sus miembros. Todo bautizado debe ser viña del Señor, íntimamente injertado en Jesús , la Vid verdadera, fuera de la cual no hay sino muerte. En el Nuevo Testamento, la viña del Señor, no sólo es el pueblo elegido y amado por Dios, sino el pueblo elegido y amado por Cristo.Injertado en Él; porque ha dicho:"Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el Viñador...Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en Mí como Yo en él, ese dará mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada"(Jn 15).