miércoles, 27 de abril de 2016

Que no tiemble vuestro corazón

Unos de los temas de este evangelio es el don de la paz de Jesús. El evangelista Juan ha colocado en el contexto inmediatamente precedente a la pasión el don de la paz que Jesús concede a los suyos. La paz, en sentido bíblico, es un don de Dios que contiene en sí mismo todos los bienes posibles. Jesús afronta el momento de la contradicción y de la muerte como paz, porque es libre y consciente de la opción que ha hecho (Jn 10, 18: “Nadie me quita la vida, soy yo quien la doy voluntariamente”), porque vive su dolor como sacrificio a favor de los otros (Jn 10,10: “Yo he venido para que tengáis vida”), y sobre todo porque obedece al Padre (Jn 14,31: “Amo el Padre y que hago lo que el Padre me ha mandado”). Es una paz que el mundo no puede dar (Jn 14,27), porque supone tres condiciones: conciencia clara y libertad personal en las decisiones, sentido de solidaridad a favor de los demás y obediencia incondicional a los designios de Dios.

¿Me siento en paz conmigo mismo? ¿Y con los demás?

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