Buen Dios,
concédenos un corazón nuevo,
capaz de perdonarnos y de perdonar,
capaz de dejarse querer, desde el reconocimiento humilde
de las propias debilidades y limitaciones.
Un corazón nuevo, dispuesta a amar sin calcular,
con comprensión y ternura,
incluso a aquellas personas y situaciones
que nos lo ponen más difícil.
Concédenos una mirada nueva,
capaz de fijarnos en lo que hay de bueno en el corazón
de cada persona,
en las cosas positivas más que en las negativas,
en aquello que nos une a los otros más que en lo que nos separa.
Una mirada transparente y limpia, capaz de percibirte
en los lugares más insospechados.
Concédenos un pensamiento nuevo,
capaz de leer la vida en profundidad,
de deshacerse de perjuicios y de desenmascarar
las ideas falsas que nos ofrece la sociedad.
Dispuesto a dejarse interpelar por todo aquello
que rompe la lógica de este mundo.
Concédenos un actuar nuevo,
abierto al trabajo en comunión y a la colaboración con los otros.
Activo y comprometido en la transformación de las injusticias,
al servicio generoso de los otros, especialmente de los pobres y más necesitados.
Un actuar discreto y silencioso, que sea obediente a tu voluntad.
Buen Dios, renueva nuestro ser,
y que este nuevo camino de retorno a Ti
nos permita también ser mejor para los demás.”
Meditaciones espirituales desde la vida cotidiana, de
Mª del Mar Galcerán Peiró
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