Sin el Espíritu Santo,
Dios queda lejos,
Cristo pertenece al pasado,
el Evangelio letra muerta,
la Iglesia una mera organización,
la autoridad un dominio,
la misión una propaganda,
el culto una evocación
y el obrar cristiano una moral de esclavos.
Pero con el Espíritu,
el cosmos es exaltado
y gime hasta que dé a luz el Reino,
Cristo resucitado está presente,
el Evangelio es potencia de vida,
la Iglesia comunión trinitaria,
la autoridad servicio liberador,
la misión un nuevo Pentecostés,
el culto memorial y anticipación,
y el obrar humano queda deificado
(Mons. Hazim, Metropolita ortodoxo)
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