domingo, 3 de julio de 2011

Una cuestión a resolver

El laberinto de la Catedral de Chartres




Al entrar en la gran Catedral de Chartres del siglo XIII por la puerta oeste, percibimos estar andando encima y dentro del Laberinto del Peregrino. El Laberinto es diseñado sobre piedra negra en el piso de la nave de la Catedral, debajo del Vitral de la Rosa, cuyo diámetro refleja con exactitud. En la Edad Media, los peregrinos pobres que no podían ir a Jerusalén, hacían una ‘peregrinación’ simbólica de rodillas por entre las vueltas y curvas de este laberinto.

El laberinto muestra la sabiduría de no intentar medir nuestro progreso, precisamente porque el viaje no es lineal y mental sino cíclico y espiritual, como anillos de una espiral. Lo que importa es la confianza de saber que estamos en camino. El camino hacia el centro es estrecho, pero lleva a la fuente de la vida. La vida es eterna en su fuente. Precisamos solo permanecer en el camino. Si intentamos engañar y pasar por encima, yendo para donde queremos estar, sin seguir el camino, nos quedamos perdidos y confusos. Mas podemos comenzar de nuevo en cualquier punto. La compasión siempre presente de Dios es sentida más directamente en la constancia de seguir el camino, y en el último descubrimiento, en el centro, del significado del viaje que hicimos. Precisamos solamente continuar yendo adelante en fe. Quien busca, encuentra. 

La Pregunta para adentrarnos en el Laberinto de nuestra vida:

"¿Es el milagro el que da lugar al creyente o es el creyente el que da lugar al milagro?"

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