sábado, 28 de enero de 2012

Enseñanza universal





Jesús no es «un vendedor de ideologías» ni un repetidor de lecciones aprendidas de antemano. Es un maestro de vida que coloca al ser humano ante las cuestiones más decisivas y vitales. Un profeta que enseña a vivir.

Es duro reconocer que, con frecuencia, las nuevas generaciones no encuentran «maestros de vida» a quienes poder escuchar. ¿Qué autoridad pueden tener las palabras de los dirigentes civiles o religiosos si no están acompañadas de un testimonio claro de honestidad y responsabilidad personal?

Nuestra sociedad necesita hombres y mujeres que enseñen el arte de abrir los ojos, maravillarse ante la vida e interrogarse con sencillez por el sentido último de la existencia. Maestros que, con su testimonio personal, siembren inquietud, contagien vida y ayuden a plantearse honradamente los interrogantes más hondos del ser humano.

Hacen pensar las palabras del escritor anarquista A. Robin, por lo que pueden presagiar para nuestra sociedad:

«Se suprimirá la fe en nombre de la luz; después se suprimirá la luz.

Se suprimirá el alma en nombre de la razón; después se suprimirá la razón.

Se suprimirá la caridad en nombre de la justicia; después se suprimirá la justicia.

Se suprimirá el espíritu de verdad en nombre del espíritu crítico; después se suprimirá el espíritu crítico».

El evangelio de Jesús no es algo superfluo e inútil para una sociedad que corre el riesgo de seguir tales derroteros.

J.A. Pagola

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