La vida tiene niveles de
excelencia. Hacer bien las cosas, emplearse a fondo, cuidar los detalles, no
contentarse con el producto inferior cuando puede obtenerse el superior,
cultivar la excelencia, amar la perfección. Todos tenemos limitaciones y hay que
saberlas, aceptarlas y respetarlas; pero dentro de nuestras posibilidades hay
alturas de actuación y plenitudes de vida que pueden ser nuestras sin forzar ni
ansiar, y a ésas hay que tender con seguridad firme y conciencia renovada. No
hacer las cosas a medias cuando podemos hacerlas de lleno; no regatear el alma,
no escatimar la entrega, no rebajar la vida. No bajarse a la flor caída cuando
hay miles en las ramas esperando nuestra visita, si nuestras alas tienen la
fuerza de volar, y nuestro corazón la convicción de la excelencia.
1 comentario:
¡Sabias palabras! Gracias por hacerlas llegar en este momento...
Un abrazo
Esperanza
Publicar un comentario