«Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha
sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer,
hicimos.» (Lc 17,10)
AHÍ HAY UNA TENSIÓN CURIOSA.
No deberíamos pavonearnos, darnos demasiada importancia o
pensar que somos los salvadores de nada. No deberíamos confundir nuestro
talento con nuestro mérito. Pero, dicho eso, tampoco podemos caer en esa
especie de falsa humildad que enmascara la falta de coraje, de esfuerzo o de
riesgo.
CADA UNO DE NOSOTROS ES IMPRESCINDIBLE. Cada gesto, cada
palabra, cada silencio nuestro es único y especial en este mundo. Y NOS TOCA
DESVIVIRNOS PARA LLENAR EL MUNDO DE VIDA.
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