«Ambicionad los carismas mejores…»
(1 Cor 12, 31)
No quiero conformarme. Ni siquiera con lo bueno. Siempre hay algo más, algo distinto, algo mejor en el horizonte, para mí y para otros. Mientras haya sed, hambre, injusticia y preguntas, ¿por qué habría de aceptar la quietud? Algún día tocará frenar. Me lo irá dando la salud, el cansancio o las fuerzas… Y aún así, no será frenar del todo, sino seguir en marcha de otro modo. Pero mientras tanto, ahora que soy joven, con toda la vida por delante, no quiero dejarme envolver por una vida gris, por la mediocridad o por la falta de ambición verdadera.
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