miércoles, 15 de enero de 2014

Ante la existencia

No os quedéis con respuestas fáciles

El hombre no puede vivir sin la búsqueda de la verdad sobre sí mismo. Los grandes interrogantes que llevamos dentro renacen siempre: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?; ¿para qué vivimos? Estas preguntas son el signo más alto de la trascendencia del ser humano. Es, precisamente, mirándonos a nosotros mismos con verdad, con sinceridad y con valor como intuimos la belleza, pero también la precariedad de la vida, y sentimos una insatisfacción, una inquietud que nada concreto consigue llenar. Os invito a tomar conciencia de esta sana y positiva inquietud. No os quedéis en las respuestas parciales, más cómodas, que pueden dar algún momento de exaltación, pero que no dan la verdadera alegría de vivir. Aprended a leer en profundidad vuestra experiencia humana: ¡descubriréis, con sorpresa y con alegría, que vuestro corazón es una ventana abierta al infinito! El hombre, también en la era del progreso científico y tecnológico, sigue siendo un ser que desea más que la comodidad y el bienestar, sigue siendo un ser abierto a la verdad entera de la existencia. Vosotros lo experimentáis continuamente cada vez que os preguntáis: ¿Pero por qué? Cuando experimentáis qué significa amar de verdad; cuando sentís fuertemente el sentido de la justicia y de la verdad, y cuando sentís también la falta de justicia, de verdad y de felicidad. ¡Dejad que el misterio de Cristo ilumine toda vuestra persona! Entonces podréis llevar en los diversos ambientes esa novedad que puede cambiar las relaciones, las estructuras, para construir un mundo más justo y solidario, animado por la búsqueda del bien común.

Benedicto XVI

1 comentario:

HTTP://rosadeabril-m.blogspot.com dijo...

La cuestión del hombre sobre sí mismo,sobre el sentido de su existencia,es tan singular que enseguida lo coloca ante la cuestión de Dios.
Si yo pregunto,¿Quién soy yo?Necesariamente me encuentro frente a mí mismo que soy el sujeto cuestionante y, también soy el sujeto cuestionado. Esto quiere decir que el hombre existe ante sí mismo como el cuestionante que, al ponerse en cuestión, es también el cuestionado.El hombre camina siempre hacia un más allá, soportando una tensión inevitable ansiando una plenitud que, por sí mismo, no puede alcanzar.
En la cuestión del hombre sobre sí mismo tienen importancia decisiva dos realidades evidentes de las que nadie puede dudar:"no existo desde siempre", "no existiré por siempre". Nuestra existencia es limitada. Nuestra existencia está comprendida por su comienzo en el tiempo pasado y por su fin en el tiempo por venir: hay una experiencia de la negatividad de nuestro "no ser todavía en el mundo" y de nuestro futuro "no más vivir", dos fronteras insuperables que marcan radicalmente nuestra existencia como no autofundada en sí misma y destinada a morir.
El saber que he sido arrojado a una existencia no escogida por mí ya me obliga a preguntar:¿De donde vengo?, ¿Por qué existo?¿Quién ha hecho posible mi vida..? Y ahora , ¿ Quién me conserva la vida para que no muera? Y, ¿después, qué? Todos estos interrogantes nos sitúan ante el Misterio de Dios y excede nuestros límites. A Dios tenemos que amarlo muchísimo porque es nuestro Padre y nos ha creado por Amor para que seamos los herederos de su Reino. Para ello, para que la vida tenga sentido, tenemos que vivir una VIDA en mayúscula porque nuestra vida tiene el sentido que nosotros le pongamos.Si vivimos en Cristo que es Camino, Verdad y Vida, nuestra vida tendrá sentido.MªJosé Bermúdez.