Reflexión para este domingo:
1. Expresa tu alegría de vivir a la luz del Padre.
2. Sonríe y observa cómo se ilumina el rostro de la gente que te rodea.
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Como sabemos, la sal, se utilizaba antiguamente en los pactos como símbolo de firmeza y permanencia. Según este hecho, los discípulos de Jesús son sal que asegura la alianza de Dios con la humanidad; es decir, de su fidelidad al programa de Jesús depende que exista la alianza y que se lleve a cabo la obra liberadora prometida. La sal y la luz son necesarias para que la vida tenga gusto y belleza. Sin gusto y sin luz por la vida es expresión de una vida triste y desagradable. Pues bien, lo que Jesús nos quiere decir es que su proyecto ofrece que la vida sea agradable, que podamos disfrutarla; encontrando, sintiendo y gozando de su gusto y del color de las cosas y de la convivencia con las personas. Que nuestro comportamiento facilite y sea siempre testimonio de esta sal y de esta luz. Que la gente al vernos se encuentre mejor, se sienta más feliz, facilitando así el encuentro con Dios Padre.
1. Expresa tu alegría de vivir a la luz del Padre.
2. Sonríe y observa cómo se ilumina el rostro de la gente que te rodea.
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