El Papa Francisco nos habla de nuevo con sencillez y claridad. La medida del amor es un amor sin medida.
¿Pero qué significa esta «plenitud» de la Ley? Y esta justicia mayor, ¿en qué consiste? Jesús mismo nos responde con algunos ejemplos. Jesús era práctico, hablaba siempre con ejemplos para hacerse entender. Inicia desde el quinto mandamiento: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”; ... Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado» (vv. 21-22). Con esto, Jesús nos recuerda que incluso las palabras pueden matar. Cuando se dice de una persona que tiene la lengua de serpiente, ¿qué se quiere decir? Que sus palabras matan. Por lo tanto, no sólo no hay que atentar contra la vida del prójimo, sino que tampoco hay que derramar sobre él el veneno de la ira y golpearlo con la calumnia. Ni tampoco hablar mal de él. Llegamos a las habladurías: las habladurías, también, pueden matar, porque matan la fama de las personas. ¡Es tan feo criticar! Al inicio puede parecer algo placentero, incluso divertido, como chupar un caramelo. Pero al final, nos llena el corazón de amargura, y nos envenena también a nosotros. Os digo la verdad, estoy convencido de que si cada uno de nosotros hiciese el propósito de evitar las críticas, al final llegaría a ser santo. ¡Es un buen camino! ¿Queremos ser santos? ¿Sí o no? [Plaza: ¡Sí!] ¿Queremos vivir apegados a las habladurías como una costumbre? ¿Sí o no? [Plaza: ¡No!] Entonces estamos de acuerdo: ¡nada de críticas! Jesús propone a quien le sigue la perfección del amor: un amor cuya única medida es no tener medida, de ir más allá de todo cálculo. El amor al prójimo es una actitud tan fundamental que Jesús llega a afirmar que nuestra relación con Dios no puede ser sincera si no queremos hacer las paces con el prójimo. Y dice así: «Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano» (vv. 23-24). Por ello estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos antes de manifestar nuestra devoción al Señor en la oración.
De todo esto se comprende que Jesús no da importancia sencillamente a la observancia disciplinar y a la conducta exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo a la intención y, por lo tanto, al corazón del hombre, donde tienen origen nuestras acciones buenas y malas. Para tener comportamientos buenos y honestos no bastan las normas jurídicas, sino que son necesarias motivaciones profundas, expresiones de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se puede acoger gracias al Espíritu Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos hace capaces de vivir el amor divino.
A la luz de esta enseñanza, cada precepto revela su pleno significado como exigencia de amor, y todos se unen en el más grande mandamiento: ama a Dios con todo el corazón y ama al prójimo como a ti mismo.
2 comentarios:
El joven rico se arrodilló a los pies de Cristo y le preguntó:¿Maestro, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna?; el Señor le dio una respuesta general: Guarda los Mandamientos y se los fue enumerando: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás...Él respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia...¿Qué me falta aún?
Cada uno de nosotros se lo hemos preguntado alguna vez al comprobar que, a pesar de nuestras buenas obras, nuestra sed no se sacia del todo;y Cristo, tiene una respuesta personal para cada uno, la única respuesta válida.
Jesús miró al joven con amor de predilección y lo invitó a seguirle incondicionalmente. Lo miro a los ojos amorosamente, como mira a todos los hombres.El hombre necesita saberse amado eternamente y necesita saber que Dios es su Padre y que ha sido elegido desde la eternidad.
El Maestro le dijo: Una cosa te falta aún:"Vende lo que tienes y sígueme" Pero el joven era muy rico y Cristo no quiere discípulos de media entrega...y se retiró lleno de tristeza, sin la alegría que da la disponibilidad absoluta ante el querer de Dios; el joven no amaba a Dios lo suficiente, se amaba a sí mismo. El amor verdadero es exigente; exige esfuerzo y compromiso personal para cumplir la voluntad de Dios. Significa sacrificio y disciplina y también significa gozo y realización humana.
Señor, y a mí ¿qué me falta? Seguir a Cristo es nuestro supremo ideal; tenemos que aprender a desprendernos de todo cuanto nos separe de la inmensa riqueza de Jesús.
Me desvié del tema y apenas hablé del Amor:Dios es Amor. El Amor o es infinito, o no es Amor. Solo Dios nos ama con Amor Infinito y agápico; nosotros somos criaturas, somos limitados y nuestro amor, aunque sea muy grande no puede estar exento de egoísmos e imperfecciones.El amor que sienten los padres hacia los hijos es el que más se parece al Amor, pero no es de ágape ni es infinito.
En la palabra Amor caben estas seis cosas:amar, aconsejar, socorrer, sufrir, perdonar y edificar...además de respetar al otro, según Fray Luis de Granada, y, San Juan de la Cruz decía:"al atardecer de la vida, serás examinado en el amor"
San Agustín decía que"la medida del amor es el amor sin medida".
Y,San Pablo a los Coríntios: "el amor perdura a pesar de todo, lo cree todo,lo espera todo y lo soporta todo". Luego, no hay que tener miedo al amor; si nos amára mos todos como hermanos,podríamos conseguir la Paz entre las naciones.
San Agustín
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