sábado, 16 de agosto de 2014

Vivimos el Evangelio del domingo

Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo." Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando." Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel." Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.


PARA COMPRENDER:

Una mujer sola y desesperada sale a su encuentro. Solo sabe hacer una cosa: gritar y pedir compasión. Su hija no solo está enferma y desquiciada, sino que vive poseída por un «demonio muy malo». Su hogar es un infierno. De su corazón desgarrado brota una súplica: «Señor, socórreme».

Jesús le responde con una frialdad inesperada. Él tiene una vocación muy concreta y definida: se debe a las «ovejas descarriadas de Israel». No es su misión adentrarse en el mundo pagano: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos».

La frase es dura, pero la mujer no se ofende. Está segura de que lo que pide es bueno y, retomando la imagen de Jesús, le dice estas admirables palabras: «Tienes razón, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos».

De pronto Jesús comprende todo desde una luz nueva. Esta mujer tiene razón: lo que desea coincide con la voluntad de Dios, que no quiere ver sufrir a nadie. Conmovido y admirado le dice: «Mujer, ¡qué grande es tu fe!, que se cumpla lo que deseas».

Jesús, que parecía tan seguro de su propia misión, se deja enseñar y corregir por esta mujer pagana. El sufrimiento no conoce fronteras. Es verdad que su misión está en Israel, pero la compasión de Dios ha de llegar a cualquier persona que está sufriendo.

Cuando nos encontramos con una persona que sufre, la voluntad de Dios resplandece allí con toda claridad. Dios quiere que aliviemos su sufrimiento. Es lo primero. Todo lo demás viene después. Ese fue el camino que siguió Jesús para ser fiel al Padre.

1 comentario:

HTTP://rosadeabril-m.blogspot.com dijo...

"No está bien echar a los perros el pan de los hijos"

Al elegir Dios para Sí al pueblo de Israel, le asignó un puesto privilegiado en la historia de la salvación. a él le serían dadas las primicias de los dones salvíficos. Pero la salvación se extendería a todas las naciones sin discriminación alguna a través de Israel, pueblo sacerdotal.La elección de Israel no significa rechazo de los otros pueblos, sino que está ordenado a la salvación de los mismos.
Dios no se va a arrepentir nunca de sus dones: sus promesas hechas a Israel "son irrevocables"Cuando desobedezcan, serán castigados; pero Dios moverá sus corazones al arrepentimiento y el Señor los perdonará

El Evangelio nos habla de una pagana que se dirige a Jesús para pedir la curación de su hija que está poseida por el Demonio; le llama "hijo de David", título mesiánico que ni siquiera conocían los judíos; es decir, aquella mujer era una extranjera; los discípulos intervinieron para pedirle a Jesús quela atendiera porque iba gritando; Jesús responde con una frase dura: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos".Ella no se desanima y se atreve a responder:"Tienes razón, Señor,pero tambien los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Y el Señor, lleno de misericordia,curó a la hija de aquella extranjera sorprendido por su Fe.porque , para obtener la gracia de Dios, no es necesario pertenecer a un pueblo escogido; lo que vale es la Fe.