jueves, 11 de diciembre de 2014

¿Lo notáis?

Nuevamente tenemos como protagonista y modelo de la lectura de hoy a Juan Bautista, hoy lo vemos contestando las preguntas delante de las autoridades religiosas de su tiempo.

Ante la insistencia de éstos, su respuesta continúa siendo clara y consciente, él no es el Mesías esperado, sino la voz que anuncia su llegada. Él no es la luz, sino el testigo de la luz. Él ha venido a preparar el camino del Mesías. Juan es honesto, no se presenta como un gran entendido, como si él tuviera la solución para todo. Lo que hace es dirigir a todo el mundo hacia Jesús.

Tal y como hizo Juan, nosotros tampoco nos debemos considerar la luz del mundo, nosotros somos luz, se nos encarga ser testigos de la luz en medio de la oscuridad, en medio del desierto, en medio de un mundo que no ve o no lo quiere ver, un mundo que va muchas veces desconcertado y a tientas.

Ciertamente, hoy también se puede decir con toda claridad, “entre vosotros está el que no conocéis”, o aquél a quien no queréis conocer, porque nuestra sociedad no sabe reconocer los signos de la presencia del Salvador en nuestra historia.

Los cristianos debemos ser testigos de Cristo en nuestra historia, no nos debemos dejar “domesticar”, ni por los poderosos, ni por las modas, ni por las estadísticas ni los porcentajes. Debemos ser testigos de aquello que quiere Cristo, anunciar su mensaje, y si es necesario, denunciar lo que es contrario a los derechos humanos y al proyecto salvador de Dios.

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