- Saber acoger el Evangelio que nos viene a buscar y dejarse convertir por él.
- No hacer nunca sombra al Evangelio, ni con nuestra cultura, ni con nuestro protagonismo ni con nuestro miedo.
- Predicar el Evangelio con la vida. Sólo así seremos testigos, compañeros del Testigo Fiel, y de tantos hermanos y hermanas testigos.
- Practicar, celebrar y anunciar el Evangelio en comunidad eclesial.
- Cómo quería Jesús, derramar la Buena Nueva como sal, fermento, luz, semilla, en cada sociedad, en cada persona, en cada lucha, en cada esperanza.
- Recordar siempre que Dios es un Evangelio más grande que el Evangelio escrito, y dar, presentar el Evangelio con mucha delicadeza, como quien da un beso de Dios.
- No olvidar nunca que el Evangelio conlleva la Cruz.
- Hacer de verdad, como lo hacía Jesús, que el Evangelio sea de los pobres y que pueda llegar a todo el mundo.
- Orar el Evangelio. Profundizar el Evangelio en el silencio de la gratuidad y de la disponibilidad. Hacer el Evangelio con la profecía de los hechos.
- Convocar a todo el mundo alrededor del Evangelio y atraer para Jesús muchos discípulos.
- Anunciar el Evangelio como el único verdadero Nuevo Orden Mundial capaz de hacernos a todos hermanos y hermanas en un solo mundo humano.
- Saber esperar, con insistencia Pascual, la Buena Nueva definitiva de ¡Aquel que viene!
Pere Casaldàliga
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