“¿De dónde viene toda esa alegría? ¿De donde nace la esperanza que los saca adelante?” Eran las preguntas que los chicos no dejaban de hacerse y de hacerme; uno llegó a decirme, creo que recogiendo la experiencia de muchos: “Yo me esperaba encontrar gente frustrada y peleada con Dios. He encontrado todo lo contrario”. Y otro remató con: “Nosotros, los que deberíamos agradecer por todo lo que tenemos, somos indiferentes con Dios, mientras ellos, los pobres, los que no tienen nada, son los que agradecen y aman a Dios. Alguien está mal en esta ecuación”. Son frases auténticas fruto de corazones sorprendidos ante el misterio de la fe. Jóvenes que poco a poco fueron dándose cuenta que lo que define la verdadera pobreza no son las posesiones materiales, sino la falta de amor, de paciencia, de amistad, de esperanza y de fe. Porque en la pobreza más extrema, en el dolor más intenso, ninguna de esas personas había perdido lo más precioso que puede tener un ser humano: la capacidad de amar y de ser amados. Y es que ese es el don más precioso, aquel que define la auténtica riqueza del ser humano; un don que los pobres muchas veces ven con más claridad que nosotros.
Documental de misiones 2014 from MissioniMVC on Vimeo.
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