domingo, 27 de diciembre de 2015

Sagrada Familia

En mitad del tiempo de navidad, tiempo de felicidad, de amor, de compartir, de familia,..., la iglesia nos propone la celebración del día de la  sagrada familia. Es bajo esta clave que el evangelista nos narra este texto.

Los padres de Jesús se dirigen a Jerusalén, un hecho que no podemos desaprovechar: por un lado, de Nazaret, lugar donde el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio (Lc 2,40), a Jerusalén hay 141 kilómetros de distancia, por tanto se inicia un largo peregrinaje, un ponerse en camino de forma física y espiritual.  Por otro lado, se encaminan a Jerusalén, ciudad santa para las tres religiones monoteístas, y que etimológicamente, en árabe, es Al Quds que significa lo sagrado, por tanto van al lugar donde la divinidad se hace presente, donde el hijo de Dios ha de estar, la casa del Padre, el espacio sagrado.

Es allí donde se manifiesta por primera vez. Tres días tardarán, sus padres, a encontrarlo, como tres días pasaran hasta la experiencia de la resurrección. Al final los padres lo encuentran en el templo, entre los maestros de la ley, y es allí donde surge un dialogo precioso donde se manifiesta que la lógica  de Dios es diferente a la lógica humana. María pregunta preocupada sobre los porqués de su actitud, Jesús contesta con normalidad, estoy en la casa de mi Padre, una respuesta divina. La vuelta a casa, viaje de vuelta a la realidad de cada día posibilitará la aceptación y la comprensión de lo que acaban de vivir guardando dentro del corazón todo lo que se vive.

En nosotros, ¿las experiencias extraordinarias nos dejan huellas? ¿Cómo hacemos el viaje de ida? ¿Cómo el de vuelta?


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