sábado, 2 de enero de 2016

Bendecir


Bendito seas, hombre o mujer, 
de toda lengua y nación, 
de cualquier era,
habitante 
de la tierra
y del tiempo.
Dios susurra tu nombre
desde la eternidad,
un nombre único y distinto, 
cambiante con las edades,
con la vida, con la historia.
Ese nombre es bendición.
Y es, a veces, caricia. 
Es llamada,
es, incluso, el reproche
de quien se fía de ti
y sabe que puedes 
dar más,
amar más, 
volar más.

Bendito seas, 
al descubrir 
la hermosura única 
con que el primer artista 
trazó tus rasgos. 
Al encontrar en tu palabra
el eco de su Voz.
Al reconocer la grandeza,
en la semilla plantada en ti
Al romper tu coraza
y abrazar el mundo.

(José María R. Olaizola sj)

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