viernes, 13 de enero de 2017

El Cordero de Dios

¡Mirad, ese es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo!


Hoy oímos a Juan que, al ver a Jesús, dice: « ¡Mirad, ese es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo!» (Jn 1,29). ¿Qué debería pensar toda aquella gente?  ¿Y, qué entiendes tú que me estás leyendo? En la celebración de la Eucaristía todos decimos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, tened piedad de nosotros / dadnos la paz». Y el celebrante invita a los fieles a la Comunión diciendo: «Mirad el cordero de Dios, mirad al que quita el pecado del mundo...».

El cordero es el animal que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero. Y aún los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia... y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia.

¿Vivo mi cotidianidad como un cordero de Dios?

Cristo es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que se ha sacrificado por darnos la VIDA. Luchamos por vivir siempre con deseo de plenitud y de felicidad. Luchamos contra el pecado, es decir, contra el consumismo, el conformismo y la insolidaridad. La belleza de las personas que son capaces de hacer uso de su libertad para aprender a querer y, hacerlo hasta el extremo de darlo todo por los otros, es tan grande que ningún tesoro se le puede comparar.


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