En el domingo II del tiempo ordinario, María tiene un papel importante. Confía en su Hijo y hace que nosotros confiemos también, aunque no sepamos cómo va a terminar el asunto que nos traemos entre las manos.
Del Evangelio de Juan 2:
Del Evangelio de Juan 2:
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga»
La madre de Jesús, atenta a los detalles de la fiesta, se da cuenta de que "no les queda vino" y se lo indica a su hijo. Tal vez los novios, de condición humilde, se han visto desbordados por los invitados. María está preocupada. La fiesta está en peligro. ¿Cómo puede terminar una boda sin vino? Ella confía en Jesús.
Entre los campesinos de Galilea el vino era un símbolo muy conocido de la alegría y del amor. Lo sabían todos. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿en qué puede terminar la convivencia? María no se equivoca. Jesús interviene para salvar la fiesta proporcionando vino abundante y de excelente calidad.
Este gesto de Jesús nos ayuda a captar la orientación de su vida entera y el contenido fundamental de su proyecto del reino de Dios. Mientras los dirigentes religiosos y los maestros de la ley se preocupan de la religión, Jesús se dedica a hacer más humana y llevadera la vida de la gente. (J.A. Pagola)
Para la revisión de vida
El evangelio de Juan presenta la vida de Jesús como una progresiva sucesión de «señales» que él va entregando. Su vida es donación de sí mismo como "señal". ¿Es así mi vida? ¿Soy señal para los demás? ¿Sé, como Jesús, ser señal en medio de las realidades sencillas y diarias, "profanas"... o sólo lo encuentro en el recinto de lo separado, de lo sagrado? ¿Qué debo hacer para parecerme más a Jesús?
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