sábado, 17 de junio de 2023

Dadlo gratis

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,36-10,8

 

En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

 

Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

 

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel, Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis».



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Gratis habéis recibido, dad gratis.

 

Los encontramos cada vez con más frecuencia. El color de su piel, los rasgos de su rostro, su forma de hablar o vestir están transformando el paisaje urbano de nuestras ciudades. Son los inmigrantes. Hombres y mujeres que viven entre nosotros, muchas veces sin documentación en regla, sin trabajo ni seguridad, con problemas de vivienda, de lengua y de convivencia. ¿Cómo podemos reaccionar?

 

Podemos mirarlos desde la distancia, el desconocimiento y la superioridad. No son como nosotros. No tienen derechos. Son «ilegales». Su presencia es una «invasión» amenazadora, una «ola migratoria» que hay que detener. Sin darnos cuenta, podemos levantar muros de desconfianza, prejuicios y hasta de rechazo total.

 

Podemos mirarlos desde una perspectiva utilitarista. Necesitamos mano de obra extranjera. Ellos pueden cubrir los puestos de trabajo que nosotros ya no nos dignamos ocupar. Con su trabajo es más fácil garantizar las cotizaciones a la Seguridad Social y asegurar nuestras pensiones. Eso sí, lo que nos interesa es su trabajo. Luego, preferiríamos que desaparecieran de nuestras calles y de nuestros bares.

 

Los podemos mirar desde una actitud paternalista y tratarlos como si fueran marginados. Sin embargo, quien viene hasta nosotros buscando trabajo no es un marginado que pide asistencia caritativa. Es un ciudadano capaz de derechos y de deberes, y con voluntad de organizarse su vida en nuestro país. Lo que pide es poder realizar sus proyectos.

 

Tal vez, lo primero es conocerlos mejor, escucharlos, tratar con ellos, ponernos en su piel. No nos resultará fácil superar miedos, desconfianzas y prejuicios. Pero puede ser una gran oportunidad para tomar conciencia de nuestra responsabilidad en la tragedia del Tercer Mundo y, sobre todo, para aprender a construir una sociedad más fraterna, más abierta y más integrada. La acogida a los inmigrantes nos puede ayudar a los cristianos europeos a vivir un poco más esa gratuidad que Jesús inculcaba a sus discípulos: «Gratis habéis recibido, dad gratis».

 

José Antonio Pagola




Para la revisión de vida:
  • ¿Cómo miro a mi alrededor?
  • ¿Cómo cuido de mis hermanos?
  • ¿Qué hago con lo que he recibido gratis?

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