jueves, 23 de junio de 2011

Corpus Christi



El pan y el vino no brotan naturalmente del suelo, son fabricación humana.
Las manos humanas que se juntan para agradecer el don de la lluvia y los frutos de la tierra son las manos que cosechan, transportan, fabrican, reparten, parten y comparten los frutos del trabajo humano.
Hay un largo trecho, de trabajo y de tiempo, hay una largo camino desde los granos de uva y trigo hasta el vino y el pan de Galilea 
Convertidos en frutos de trabajo humano los frutos de la tierra, son símbolo de trabajo, tiempo y vida, gozos y pesares compartidos.
Cuando se pronuncia sobre el pan y vino ofrendados la palabra que transforma su sentido, cuando se dice “Esto es la vida que da vida”, la palabra “esto” va preñada de todo lo que hace posible que el trigo y uva lleguen a ser pan y vino.
Cuando Jesús elige la realidad cotidiana del pan y el vino para expresar lo que ha sido su propia vida: partirse y repartirse, está al mismo tiempo consagrando y dando una significaciçon nueva a la vida cotidiana entera, al trabajo y a la comunidad de tantos hombres y mujeres.
No dice “este pan, sino “esto”, es decir, todo cuanto va encerrado en lo que el pan y el vino encarnan. Que "todo esto" se convierta en Vida que da Vida. 
Masia, J. sj

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