jueves, 9 de junio de 2011

Pentecostés II

Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin nunca coger,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca al que nadie alumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los otros se sientan felices
por mi manera de mirarles.

Señor, bendice mis oídos
para que sepan sentir tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivien,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa ser calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.

Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.

Sabine Naegeli

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