Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan
no los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas
No te entregues corazón libre, no te entregues
no te entregues corazón libre, no te entregues
Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras,
se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces, corazón, destrózalas y vuela
No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas
Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.
Reflexión
"Nadie tiene poder para quitarme la vida;
soy yo quien la doy por mi propia voluntad" (Jn 10, 18).
Cuántos son los que intentan adormecer nuestro corazón en el mercado de mil ofertas cotidianas... Y sin embargo, hemos aprendido que la vida bienaventurada es de los que luchan por hacer la voluntad de Dios en la justicia y la misericordia, de los que construyen la verdadera paz sin rendirse ante las persecusiones (Mt 5, 2-10).
Nuestra fe bautismal es un llamado a la resistencia en el amor, a no dejar que nos quiten la alegría. El sueño libre del ser humano abraza siempre la vida, no importa cuántas alas malheridas dificulten nuestro vuelo. Porque somos nacidos del agua y del Espíritu, vamos adelante buscando el Reino. Como el soplo nuevo, a veces sin escuchar su rumor, pero con el alma despierta, encendida (Jn 3, 8).
Y así, animados por la esperanza de sabernos restaurados por el Amor Resucitado, el compromiso de la fe no se deja aprisionar por frágiles cadenas ni voces conformistas. Y porque sabemos que la vida auténtica pasa por la Cruz, no aspiramos simplemente a durar en la existencia, sino a vivir amando a cuerpo entero, haciendo nuestra la causa de los más débiles (Lc 12, 31).
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan
no los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas
No te entregues corazón libre, no te entregues
no te entregues corazón libre, no te entregues
Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras,
se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces, corazón, destrózalas y vuela
No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas
Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.
Reflexión
"Nadie tiene poder para quitarme la vida;
soy yo quien la doy por mi propia voluntad" (Jn 10, 18).
Cuántos son los que intentan adormecer nuestro corazón en el mercado de mil ofertas cotidianas... Y sin embargo, hemos aprendido que la vida bienaventurada es de los que luchan por hacer la voluntad de Dios en la justicia y la misericordia, de los que construyen la verdadera paz sin rendirse ante las persecusiones (Mt 5, 2-10).
Nuestra fe bautismal es un llamado a la resistencia en el amor, a no dejar que nos quiten la alegría. El sueño libre del ser humano abraza siempre la vida, no importa cuántas alas malheridas dificulten nuestro vuelo. Porque somos nacidos del agua y del Espíritu, vamos adelante buscando el Reino. Como el soplo nuevo, a veces sin escuchar su rumor, pero con el alma despierta, encendida (Jn 3, 8).
Y así, animados por la esperanza de sabernos restaurados por el Amor Resucitado, el compromiso de la fe no se deja aprisionar por frágiles cadenas ni voces conformistas. Y porque sabemos que la vida auténtica pasa por la Cruz, no aspiramos simplemente a durar en la existencia, sino a vivir amando a cuerpo entero, haciendo nuestra la causa de los más débiles (Lc 12, 31).
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