Escuchar es, quizá, el más bonito regalo que se puede hacer a alguien. Es decirle, no con palabras, sino con los ojos, con la mirada, con la sonrisa, con todo el ser: tú eres importante para mí, tú eres interesante, estoy feliz de que estés ahí…
Escuchar es empezar por callarse, escuchar es acoger al otro aceptándole tal como es sin decirle cómo debe ser.
Escuchar es no querer que alguien sea de esta manera o de la otra, es aprender a descubrir sus cualidades que son propias de él.
Es estar abierto positivamente a todas las ideas, a todos los proyectos, a todas las experiencias, a todas las soluciones, sin interpretar, sin juzgar, dejando al otro su espacio y el tiempo de encontrar su propio camino.
Estar atento a alguien que sufre. No es dar una solución, o una explicación a su sufrimiento, Es permitirle expresarlo y encontrar él mismo su propio camino para liberarse…
Escuchar es dar al otro, lo que, quizá, jamás nos han dado: atención, tiempo, una presencia cariñosa.
¡Toda una vida!
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