Para este año nuevo que empieza, la comunidad ecuménica de Taizé, nos plantea en su carta anual este tema. Hacia una nueva solidaridad. Este ha sido el tema tratado en el encuentro de Berlín, celebrado durante los días 28, 29, 30, 31 y 1 de enero. En la oración de la tarde, el hermano Alois, ha planteado una serie de meditaciones dirigidas a profundizar sobre la carta anual de Taizé. Aquí os dejo unos pequeños textos de estos días y también os dejo la carta para que la podáis trabajar y orar. Que seamos capaces con nuestra vida de empezar a buscar caminos que nos lleven hacia una nueva solidaridad.
Carta de Taizé: Hacia una nueva solidaridad
Encuentro de Berlín:
Día 28 de
diciembre:
Elegir la confianza no significa cerrar los ojos frente al
mal. La confianza no es ingenua ni fácil, es un riesgo.
Arriesgarse a confiar es algo que
no podemos hacer solos. Necesitamos el apoyo de los demás, saber que somos
aceptados y amados. Así podemos tomar las decisiones importantes de nuestra
vida con más libertad
En una
época en la que muchos se preguntan: «¿cuál es el verdadero sentido de mi
vida?». Nosotros, los hermanos de la comunidad, quisiéramos decir claramente:
se encuentra en la solidaridad con los demás, vivida a través actos concretos.
Una solidaridad así deja presentir la existencia de un amor que nos sobrepasa,
nos lleva a creer en el amor que Dios tiene por todos los seres humanos.
Día 29 de
diciembre:
La
confianza en Dios va acompañada de un combate interior, no es algo evidente.
Así pues, ¿no será el momento de plantearse de una nueva forma la pregunta “Qué
significa creer en Dios”? La comunión que se nos brinda vivir estos días, nos
anima a plantearnos esta cuestión.
El Evangelio nos pide dar este salto exigente, un cambio
radical de la imagen que tenemos de Dios: reconocer que Dios se hace
vulnerable, es decir, que necesita ser amado. Su amor por nosotros contiene en
sí la pregunta: «Y tú, ¿me amas?».
Al decirnos que su amor cuenta para
Él, Dios reconoce la grandeza de nuestra vida y nuestra libertad. Con ello,
incluso a los humanos más despojados, Dios les da su dignidad, les hace
justicia.
Día 30 de
diciembre:
La
Iglesia no es una sociedad aparte. Cristo envía al mundo a aquellos y aquellas
que creen en él, para ser fermento de confianza y de paz, para ser sal de la
tierra. En este sentido, el hermano Roger hablaba del «Cristo de comunión».
Día 31 de
diciembre:
La fe no
es un refugio externo al mundo. Cristo nos envía al mundo. Con la confianza
puesta en él, experimentamos el gusto por el riesgo y la motivación para
aceptar responsabilidades
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