Aquí tenéis un testimonio elocuente de cómo viviendo el sentido profundo de la Navidad, se encuentra la paz aún en las circunstancias más duras.
El nombre de Stalingrado evoca una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial.
La historia de la Imagen:
El 24 de diciembre por la tarde, Kurt Reuber, médico encargado de la unidad de acorazados, regresó a su barracón después de atender a los heridos. "Es Noche Buena", pensó, noche de luz, de paz y de amor. Era fuerte la tentación de tomarse el trozo de pan duro reservado para ese momento y acurrucarse cerca de la estufa de hierro que funcionaba a media potencia debido a la escasez de combustible. Los demás soldados aún no habían regresado de las trincheras. El Dr. Reuber, además de médico, era pastor luterano y licenciado en teología, y le gustaba pintar. Se acordó de su esposa y de la comunidad de creyentes que había atendido en un pueblo cerca de Göttingen antes de ser reclutado para el ejército. Por un momento su rostro marcado por el sufrimiento perdió la tensión habitual. También para nosotros es Navidad, pensó. La palabra “nosotros” estimuló su ingenio: quería sorprender a los demás con un dibujo navideño. A falta de papel desdobló el mapa ruso que llevaba en la mochila, y con uno de los carboncillos que conservaba hizo un dibujo. Los trazos negros sobre el mapa, hechos con los dedos entumecidos de frío, fueron construyendo la imagen de la Virgen María, sedente, con el niño en brazos, al que abriga cuidadosamente con su manto. Alrededor del dibujo el Dr. Reuber puso las palabras: "1942 Weihnachten im Kessel. Licht - Leben - Liebe. Festung Stalingrad" (1942 Navidad en el cerco. Luz - Vida - Amor. Fuerte de Stalingrado). Delante de la imagen colocó un cabo de vela. Los soldados que fueron llegando a la barraca experimentaron un ambiente acogedor. Se pusieron en semicírculo ante la imagen y cantaron “Noche de paz”. Uno de ellos sacó de su mochila una armónica que siempre llevaba y empezó a tocar villancicos y melodías de su tierra, la región de la Selva Negra. Fueron recordando Navidades de otros tiempos, cuando eran niños. Sacaron los restos de víveres y cigarrillos que habían guardado para tiempos todavía peores, y en un instante todo era de todos. Cuando se fueron a dormir notaron menos que otras veces el frío que penetraba por las rendijas que no habían logrado cerrar del todo.
1 comentario:
Víctor muchas gracias por esta aportación. Sorprende encontrar a Dios dentro de la humanidad de las personas en cualquier circunstancias.
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