Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos,
porque nunca acabarán de divertirse.
Bienaventurados los que saben distinguir
una montaña de un montículo,
los que miran dónde ponen los pies,
porque evitan el resbalón y los pisotones atolondrados.
Bienaventurados los que son capaces de trabajar,
descansar, dormir y reír... sin pedir excusas,
porque son sabios.
Bienaventurados los que saben callarse y escuchar,
porque ellos aprenderán cosas nuevas.
Bienaventurados los que son bastante inteligentes
para no creerse el ombligo del mundo,
porque ellos serán apreciados por quienes les rodean.
Bienaventurados los que piensan antes de obrar
y los que oran antes de pensar,
porque ellos evitarán bastantes tonterías.
Dichosos seréis
sí sabéis admirar una sonrisa y olvidar una mala cara, porque vuestro camino estará lleno de sol.
Dichosos seréis
si sabéis callaros y sonreír
aún cuando os corten la palabra,
os contradigan y os pisen...
Entonces el Evangelio comenzará a entrar en vuestro corazón.
1 comentario:
Dichosos los que ponen sus dones al servicio de los demás, porque ellos darán a conocer a Dios, con sus vidas, a todos los que le rodean...
¡Gracias por este maravilloso blog, amigo! He entrado varias veces, pero, hoy es la primera vez que me he atrevido a dejar un comentario.
Un abrazo
Esperanza
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