miércoles, 21 de marzo de 2012

Más voluntariado I


En este segundo trimestre Marta, Laura, Teresa y yo estamos asistiendo a la Parroquia de Jesús Obrero en el Almanjáyar. Es algo totalmente diferente al primer trimestre. Estamos una hora más o menos con ellos y los ayudamos a hacer los deberes y tal. En principio todos los días tenemos que estar con el mismo niño pero al final cada día hemos estado con el que nos han asignado las monitoras de allí.

El primer día me tocó con Juan Eduardo, de unos 7 años. La verdad es que me lo pasé genial con él, hicimos todos los deberes y me gustó la experiencia, además él era un niño muy simpático y agradable y también se lo pasaba bien conmigo. Es algo nuevo, diferente. Yo nunca había pensado que haría algo así ya que no es una de las cosas que me apasiona, es decir, no me decantaría por la carrera de Magisterio ni nada parecido, no se me suele dar bien. Pero, ese día me sentí muy bien con Juan Eduardo y me gustaba la idea de pasar el resto de los días con él, ayudándole y pasando buenos ratos.

La verdad es que al llegar allí te das cuenta de las diferencias que hay, de la gente, del ambiente,etc. por ejemplo, los niños prácticamente se conocen mejor la calle que su casa y conocen demasiado, diría yo, siendo tan pequeños. Algunos comentarios que escuché me impactaron bastante viniendo de niños tan pequeños.
En general me gustó el primer contacto que tuve con esta actividad.

El segundo día al llegar vi que no estaba Juan Eduardo, así que me pusieron con Wail. Parece ser que Juan Eduardo tuvo algún problema y ya no volvió. Con Wail al principio íbamos bien y le estuve ayudando a hacer divisiones y multiplicaciones. Pero al ratillo empezó con el pavo y no quería hacer nada, estaba todo el rato tonteando y no me hacía caso. Por si faltaba poco me dieron también a otro niño, Pepe, que estaba con Laura ese día pero que decían que estaba insoportable y vino conmigo. Aquí ya sí que fue un caos, ahora ninguno hacía nada, cuando les intentaba ayudar se ponían a hacer el tonto, Gema (la monitora) les regañaba porque no paraban de hablar pero aún así no se callaban. Salí un poco nerviosa ese día porque me di cuenta que no sirvo para esto, no sé "manejarlos". Hoy no estaba tan contenta como el primer día.

El tercer día que fuimos hubo un cambio y tuvimos que ponernos todos en una clase mucho más pequeña y en dos mesas grandes solo. Me tocó con Wail y otro niño, Juanjo. Más de lo mismo que el día anterior, yo diría que incluso peor. Se tiraban las gomas, gritaban, cuchicheaban sobre todos (incluso sobre mí), no hacían caso ni siquiera a Gema, uf.. digamos que un desastre. Al final cuando llevaron a Juanjo con otro de los monitores Wail empezó a hacer algo de sus deberes y yo le estuve ayudando pero no me hacía caso y estaba con el tonteo. Hoy si que salí completamente desanimada porque veía que a todas mis compañeras les iba genial y a mi no me hacían ni caso. Era como invisible. Espero que los siguientes días sean mejores.

Martina Diliberto

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