Simplificar la mirada es fijarla en el Tú. Él nos libera de nosotros
mismos.
Y confiar incondicionalmente. Ocurra lo que ocurra, estoy en buenas
manos.
Y buscar sólo la voluntad de Dios en todo, sabiendo que mi libertad
interior no está en acertar, sino en abrirme a lo que Él quiera.
Simplificar la mirada está en dejarse querer gratuitamente. Pretender
justificarse ante Dios o la propia conciencia crea angustia y división.
Y preferir las razones del corazón a los argumentos racionales.
Y confiar en la luz interior del Espíritu que guía por intuición y
afinidad.
Simplificar la mirada supone que la fe va desnudándose de esquemas,
sentimientos, imágenes...
Y que la esperanza encuentra el gozo en vivir al día, sin planes ni
expectativas.
1 comentario:
Así es y así será, pero cuanto cuesta soltar lastre. Gracias Victor.
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