Y una tarde Tú vuelves y nos dices: «Echa la red a tu derecha, atrévete de nuevo a confiar, abre tu alma, saca del viejo cofre las nuevas ilusiones, dale cuerda al corazón, levántate y camina». Y lo hacemos sólo por darte gusto. Y, de repente, nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo y es tanto el peso de amor que recogemos que la red se nos rompe cargada de ciento cincuenta esperanzas. ¡Ah, Tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla, camina sobre el agua de nuestra indiferencia, devuélvenos, Señor, a tu alegría.
1 comentario:
vaya findecito de semana que llevo dándole vueltas a lo que dijiste el viernes en los grupos respecto al evangelio... entre eso y estudiar no veas xD a ver si hablamos prontito otra vez que tengo ganas y me hace falta =) un abrazo fuerte y sigue con el blog que es genial
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