Señor, como San Ignacio, pongo en tus manos mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad...todo lo que tengo que es nada:mi alma dura como una piedra y seca como el desierto; tiene una sed inmensa de tu Amor...¡Qué bueno eres, Dios mío!Tierno Padre; ¡cómo debes de estar sufriendo por tus hijos de Gaza y por todos los que sufren las atrocidades de la guerra!
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de Tí. Sal.32.
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Señor, como San Ignacio, pongo en tus manos mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad...todo lo que tengo que es nada:mi alma dura como una piedra y seca como el desierto; tiene una sed inmensa de tu Amor...¡Qué bueno eres, Dios mío!Tierno Padre; ¡cómo debes de estar sufriendo por tus hijos de Gaza y por todos los que sufren las atrocidades de la guerra!
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de Tí. Sal.32.
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