sábado, 30 de diciembre de 2017

Sagrada Familia

El evangelio de hoy nos presenta un pasaje familiar, de la vida cotidiana de la familia de Nazaret, la presentación de Jesús al templo. Un episodio lleno de simbolismo, anticipa aquello que Jesús hará y dirá en el Templo cuando sea grande.

De la familia de Nazaret no sabemos demasiadas cosas, pero una cosa si es segura: El Hijo de Dios quiso nacer y vivir en una familia y experimentar la existencia humana, precisamente en una familia pobre, trabajadora, que vivió momentos felices y de paz, pero también momentos duros, sufrió dificultades económicas, tuvo que emigrar de su país, y sufrió la persecución y la muerte.

El evangelio de hoy no nos da soluciones técnicas, ni fórmulas preestablecidas en mejorar la vida familiar o social, pero nos da unas claves más profundas, humanas y cristianas.
Cuando Jesús entra por primera vez al templo, acompañado por sus padres, se encuentra con Simeón y Ana, que representan la tradición de Israel que acogen a aquel que es el enviado de Dios, como antes lo habían hecho los pastores y los magos de Oriente, pero sobre todo a la joven pareja formada por María y José.

Las personas mayores a menudo no pueden hacer muchas cosas, pero sí que pueden dar su testimonio y ayudar a los más jóvenes en su camino de fe, mediante su ejemplo o mediante una palabra oportuna.

Ojalá, todos y cada uno de nosotros sepamos hacer como los personajes del evangelio de hoy, María, José, Ana, Simeón, que saben descubrir la voluntad de Dios en sus vidas y la acogen con valentía y fidelidad.

Los creyentes debemos potenciar en nuestros ambientes la actitud de fe, de unión mutua, de acogida y tolerancia de la que nos habla el evangelio. Es así cuando las familias y las personas en general encuentran su equilibrio, su salud, e ilusión para seguir creciendo en valores de acogida, justicia, solidaridad...

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