Nada poseemos para siempre. Y,
sin embargo, somos ricos. Porque cada día es una novela que podemos escribir. Y
en ella, hay nombres, y hay gestos, y hay emociones. Las emociones son
importantes. El tiempo se lleva unas cosas y trae otras. Pero vamos dejando una
huella detrás. Una huella en la memoria de aquellos que nos conocen, en las
palabras imborrables, en los gestos sin vuelta atrás. Y nos llevamos, con
nosotros, los rostros, los recuerdos, y el cariño que dejamos sembrado. Pero
hay que seguir adelante. Hacia un mundo que nos grita y nos llama, y nos pide:
«VEN» , «AYÚDAME», «VACÍATE AQUÍ».
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