Nuestra vida tiene sentido. Todos hemos sido creados para ser herederos del Reino de los Cielos. Hay vida eterna.Habíamos pecado pero Jesús nos ha rescatado, librándonos de la muerte eterna y reconciliándonos con Dios, nuestro Padre.
El maestro de la Ley que habla con Jesús sabe muy bien que la Ley nos señala el camino que conduce a la vida eterna. No son normas que se puedan observar o no. Son señales que nos orientan a la dirección correcta. Por eso el primer mandamiento es el del amor porque Dios es AMOR.
No es suficiente el aprenderse las señales. Hay que iniciar el camino y caminar sin parar para llegar a la Casa del Padre, siempre con Jesús que es el Camino. A lo largo del camino, con Jesús, iremos aprendiendo a interpretar estas señales correctamente. Por esto, ante la pregunta sobre quién es el prójimo, Jesús nos responde con la parábola de un hombre que camina con los ojos muy abiertos y encuentra a un desconocido. Empujado por la ley del amor, ve en aquel hombre malherido al prójimo que hay que amar, lo deja todo y se ocupa por entero, mucho más de lo que hubiera prescrito cualquier tipo de ley teórica...Porque la ley del amor nos obliga a salir de nuestras seguridades para ponernos al servicio del prójimo.
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Nuestra vida tiene sentido. Todos hemos sido creados para ser herederos del Reino de los Cielos. Hay vida eterna.Habíamos pecado pero Jesús nos ha rescatado, librándonos de la muerte eterna y reconciliándonos con Dios, nuestro Padre.
El maestro de la Ley que habla con Jesús sabe muy bien que la Ley nos señala el camino que conduce a la vida eterna. No son normas que se puedan observar o no. Son señales que nos orientan a la dirección correcta. Por eso el primer mandamiento es el del amor porque Dios es AMOR.
No es suficiente el aprenderse las señales. Hay que iniciar el camino y caminar sin parar para llegar a la Casa del Padre, siempre con Jesús que es el Camino. A lo largo del camino, con Jesús, iremos aprendiendo a interpretar estas señales correctamente. Por esto, ante la pregunta sobre quién es el prójimo, Jesús nos responde con la parábola de un hombre que camina con los ojos muy abiertos y encuentra a un desconocido. Empujado por la ley del amor, ve en aquel hombre malherido al prójimo que hay que amar, lo deja todo y se ocupa por entero, mucho más de lo que hubiera prescrito cualquier tipo de ley teórica...Porque la ley del amor nos obliga a salir de nuestras seguridades para ponernos al servicio del prójimo.
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